jueves, 28 de enero de 2010

Reforma laboral: ¿realidad o quimera?

Desde que la famosa crisis económica mundial llegó a nuestras vidas estamos oyendo la importancia que tiene una reforma laboral para ayudarnos a salir de la misma. En realidad, esto no es algo nuevo, no es algo de esta crisis, ya que ocurrió con anterioridad en crisis pasadas, por ejemplo en la que vivió nuestro país en los años ochenta. Una crisis que años antes había golpeado al resto de Europa, pero que aquí llegó con retraso, porque la democracia también llegó tarde.

Estos días no paramos de oír el término "Reforma laboral" como si del Santo Grial se tratase. ¿Tan difícil es sacar adelante un proyecto que beneficie a la gran mayoría de españoles para salir de la crisis? ¿Por qué se está demorando tanto la presentación de la reforma laboral para su posterior análisis y debate? ¿Pueden empresarios y sindicatos llegan a un punto de entendimiento? Estas son las preguntas que se hace el ciudadano de a pie español. Al menos el que sigue con cierto interés el debate económico anticrisis.

Pues parece que, al menos, ya tenemos fecha fijada para la presentación del proyecto de reforma laboral elaborado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración. Según ha afirmado el ministro Corbacho, la presentación se realizará el próximo 5 de febrero, después de quince días de retrasos por la falta de entendimiento entre Gobierno, patronal y sindicatos. Son muchas las medidas que se van a tomar en esta reforma laboral, algunas ya conocidas, como la ampliación de la edad de jubilación hasta los 67 o los 70 años o la incentivación del empleo juvenil. Sin embargo, conozcamos los principales desacuerdos que existen entre empresarios y sindicatos.



La polémica principal entre patronal (CEOE) y sindicatos (UGT y CC.OO.) viene por la negociación salarial. Los sindicatos se quejan de que en muchas empresas y sectores se están incumpliendo lo pactado en convenios de vigencia plurianual para plantear subidas salariales a la baja, inferiores a la inflación prevista. Ante la reacción de la patronal a esta denuncia (la CEOE se excusa en que estamos ante una situación "excepcional" y que se producen en casos "aislados"), los sindicatos recuerdan que cuando la situación económica era positiva, ellos respetaron lo que habían pactado en los convenios, sin plantear entonces subidas salariales al alza o cambios en el modelo de determinación salarial que tienen firmado con CEOE y Cepyme en el Acuerdo Interconfederal de Negociación Colectiva (ANC) y que fija los incrementos retributivos en función de la inflación prevista, el reparto negociado de la productividad y las cláusulas de revisión salarial.



Otro de los puntos que distancian a ambos agentes económicos es el interés de la CEOE en acometer reformas estructurales para mejorar la competitividad de las empresas o la necesidad de reducir las cargas sociales a las empresas y la de impulsar la formación para el empleo. Los sindicatos se mostrarían dispuestos a debatir sobre estos temas, pero se niegan a que haya cualquier reforma si no hay un acuerdo total entre todas las partes.

Y ante esta especie de duelo; ¿qué posición toma el Gobierno? Pues la más tibia posible. Por ahora, a través del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, se limita a afirmar que no van a tomar decisiones sin acuerdo entre todas las partes, además de dejar claro que, para ellos, el "epicentro" de la crisis no se va a resolver sólo con la reforma laboral. Ante esta especie de pasividad por parte del Gobierno, el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, ya se ha posicionado a favor de una reforma laboral en que se hable de intermediación en el mercado de trabajo, de negociación colectiva, de formación y de la dualidad en los contratos.

Ahora queda esperar hasta el próximo 5 de febrero y ver si tanto Gobierno, como patronales y sindicatos hacen el trabajo para el que han sido elegidos: llegar al mejor acuerdo posible para el mejor beneficio de sus representados, que en este caso somos todos. La reforma laboral sólo será una realidad si todos los agentes ponen de su parte y trabajan para que salga adelante. Por el contrario, si cada uno sólo busca su beneficio, la reforma será una quimera.

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